sábado, 6 de enero de 2018

Mi padre es mi Rey Mago

Trabajar todo el día con gente que está enferma, que es muy mayor o que es joven pero está fatal te abre mucho los ojos. Porque algunos somos afortunados y nos creemos que eso es lo normal. Que levantarse y estar sano y vivo y que los tuyos estén ahí, sanos y vivos es lo normal. Y no. Es lo esperable, lo deseable, lo ideal. Pero no algo que dar por supuesto, que dar por seguro. Es una suerte y hay que agradecerlo todos los días.
El otro día estuvo el hijo de un usuario hablando conmigo en el trabajo. El hombre ha entrado hace poco, es bastante joven (se acaba de jubilar) y está bastante malito. No voy a dar explicaciones, obviamente, pero unas cosas se han complicado con otras y tiene un tumor en el cerebro. El hijo me decía entre lágrimas que sólo quería que su padre volviera a ser el mismo, el hombre inteligente, conversador, cariñoso y alegre que era hace unos meses. Las otras dos compañeras que estaban en el despacho y yo intercambiamos una mirada fugaz. Porque sabemos que eso seguramente no ocurra.
Anoche cuando vi a mi padre le abracé un poco más de lo normal. Le abrazo mucho y le intento ver casi todos los días y hablamos mucho y todo eso. Pero ay. Anoche le miraba y pensaba “qué joven y qué guapo está todavía mi papá.” Además a mi padre la noche de Reyes le gusta mucho, así que estaba especialmente contento. No es por los regalos, ni por que por fin se termine la locura navideña. A mi padre le gusta porque él cree en los Reyes Magos. Siempre cuenta que cuando era pequeño iba al banco donde trabajaba mi abuelo y los veía en sus tronos, le daban caramelos y un juguete. Luego en casa le dejaban más cosas, sobre todo calcetines, que mi padre siempre los rompe, un pijama, algún chocolate... Y aunque los otros niños de su barrio le decían que los reyes no existían, él no hacía caso ¿Cómo no iban a existir si él iba a la sede del banco y los veía en sus tronos, con sus capas de colores, sus coronas y le daban caramelos y juguetes? Y creo que aún, a los sesentaypocos, lo sigue pensando.
Muchos años más tarde, mi padre fue Rey Baltasar en la cabalgata de Pueblodelsur. Fue raro, porque mi padre era rubio (ahora tiene el pelo blanco) y tiene los ojos verdes muy claros, pero pocas veces le he visto más feliz y con una sonrisa más grande que aquella en la cara tiznada de negro. Iba subido a su pequeña y humilde carroza de pueblo, tirando caramelos y dando juguetes, pasando por las casas de los niños más pequeños del pueblo y devolviendo un poco de toda aquella ilusión que le dieron a él aquellos reyes que le cogían sobre las rodillas en la sede del banco.
Aquél día que mi padre fue Rey Baltasar yo recuperé la fe en ellos Reyes Magos. Era adolescente, había pasado la crisis de “me han mentido porque los reyes no existen” y mantenía que si alguna vez llegaba a tener hijos no les haría creer en esas cosas. Creía que lo sabía todo. Creía que siempre se es joven y guapo y sano. Tenía abuelos jóvenes, bisabuela en estupendo estado y padres de la edad que tengo yo ahora. Y pensaba que eso era lo normal y que sería así siempre. Ahora sé que no. ahora mi bisabuela no está, mis abuelos son muy mayores y la yaya ha pasado las navidades malita con un catarro fuerte. Yo no soy tan joven ni tan guapa ni creo que sepa nada. Y cada día voy a mi trabajo, que me encanta, pero en el que veo cosas muy duras. Veo gente con la cabeza totalmente perdida que no reconoce a sus propios hijos. Veo familias tristes porque su madre huye de ellos porque son desconocidos y la asustan. Veo hijos que lloran en mi despacho porque su padre no es el mismo y de repente está enfadado y no habla y se queja porque sufre dolores y no saben cómo ayudarle. Veo cosas que rompen el corazón. Así que vuelvo a casa y veo a mi padre y a mi madre aún jóvenes, sanos y guapos y quiero abrazarles y parar el tiempo, no dejar que envejezcan ni que enfermen ni que dejen de ser nunca mis papás.
Cada año en la noche de Reyes busco en mi memoria para acordarme de aquellos años en los que yo era pequeña y mi padre me supo trasmitir toda la ilusión que él tuvo de niño a pesar de mi escepticismo natural desde que era una mocosa. Sigo rebuscando y me acuerdo de mi padre vestido de Baltasar repartiendo caramelos y juguetes por Pueblodelsur tan feliz, tan lleno de ilusión, con sus ojos claros en la cara pintada de negro. Y entonces me doy cuenta de que los Reyes sí existen. Y son los padres. Y eso es maravilloso.


3 comentarios:

  1. Qué bonito Naar!! Tienes toda la razón hay que valorar la salud... con el susto que pasamos con mi padre el año pasado lo valoramos un montón porque este año está fenomenal gracias a Dios.

    En mi casa también hay mucha tradición e ilusión por los Reyes, indepedientemente de que estén mis sobrinos, mi padre siempre ha buscado sorprender, esconder y ser original.

    Un besote! Me has traído mucha nostalgia a la memoria

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  2. qué bonitos recuerdos, naar. es bueno tener padres jóvenes, porque cuando son mayores siempre hay un salto generacional, que además con el tiempo se hace más grande aún, yo me entiendo.
    para tu trabajo, sin duda hay que valer. a mí se me contagia muy fácilmente la tristeza, yo no podría.
    besos y espero que hayas disfrutado del día!

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  3. Que bonita entrada, has hecho que se me salten las lágrimas y que bonito corazón tienes con todas las ganas que le pones a tu trabajo y con el cariño que hablas de los tuyos. Un abrazo.

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